Manuales

La “cultura del bricolaje” (Do It Yourself Culture) aparece en escena en la década de los 1950 de la mano de manuales y recetarios que prometen colmar las aspiraciones de la clase media a través de la transformación del hogar en escenario de consumo y auto-realización: manuales de carpintería, guías de jardinería, catálogos de decoración interior que amueblan las casas al tiempo que consagran el sueño del “hombre hecho a sí mismo”.

Solo unos años después, a finales de los 1960, se produce un curioso desplazamiento del discurso y los espacios de la cultura del bricolaje. De la mano de los movimientos ecologista, antimilitarista y por los derechos civiles el bricolaje abandona el hogar, sale a la calle y ofrece “herramientas” para cambiar el mundo. El imaginario y el lenguaje de la utilería copa por ejemplo las páginas del Whole Earth Catalog, publicación emblemática de la contracultura norteamericana que recoge las ensoñaciones de los futuros padres de Silicon Valley: el mundo como caja de herramientas.

Hoy somos testigos de una nueva transformación de la cultura del bricolaje. No se trata ya de apuntalar el aburguesamiento de nuestros hogares, tampoco de “cambiar el mundo”. Hoy el objeto de bricolaje son las ciudades. Nos encontramos así con guías y manuales que nos invitan a diseñar, construir y cuidar las condiciones materiales de nuestras vidas en común: plazas, parques, huertos y barrios. Por tanto, no ya manuales de ciudad sino ciudades manuales, ciudades hechas a mano.

IMAGEN. Instrucciones para la construcción de mobiliario. Red de Huertos Urbanos de Madrid, Campo de Cebada, Inteligencias Colectivas.

 

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